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Vive y transmite el Evangelio

Más cerca del Padre | Evangelio del 21 de mayo

By 17 mayo, 2023No Comments
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Evangelio según San Mateo 28,16-20: 

En aquel tiempo, los once discípulos marcharon a Galilea, al monte que Jesús les había indicado. Y al verle le adoraron; algunos sin embargo dudaron. Jesús se acercó a ellos y les habló así: «Me ha sido dado todo poder en el cielo y en la tierra. Id, pues, y haced discípulos a todas las gentes bautizándolas en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo, y enseñándoles a guardar todo lo que yo os he mandado. Y he aquí que yo estoy con vosotros todos los días hasta el fin del mundo».

Más cerca del Padre

 p. Luis CASASUS, presidente de las misioneras y los misioneros identes

Roma, 21 de Mayo, 2023 | Séptimo Domingo de Pascua

Hechos 1:12-14; 1 Pe 4:13-16; Jn 17:1-11a, Mt 28, 16-20

 

En algunas diócesis la Solemnidad de la Ascensión se celebra otro día, por eso las Lecturas dominicales pueden ser diferentes. Pero, en todo caso, transmiten un sabor espiritual muy parecido. Cristo no se despide de nosotros, sino del mundo por eso dice: Y ahora ya no estaré en el mundo (Jn 17: 11).

Ante la duda de algunos discípulos, dice San Mateo que Cristo se acercó a ellos y les confirmó en su misión de dar testimonio del Evangelio y también en que les acompañaría hasta el fin. No se despide de nosotros. Así, el Evangelio de Mateo termina igual que comenzó: Hablando de Jesús como Emmanuel = “Dios está con nosotros”. Y San Juan recoge en sus palabras la súplica de Cristo al Padre, “para que ellos se llenen de la misma perfecta alegría que yo tengo” (Jn 17: 13).

Aunque hay varias bellas interpretaciones de lo que significa la Ascensión en la vida de Jesús, nos interesa hoy penetrar lo que supone para nuestra propia vida espiritual, de igual modo que la Pasión y la Resurrección tienen un profundo significado en nuestro camino ascético y místico, en lo que hemos de hacer por las personas divinas y lo que recibimos de ellas.

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1. Algo que deberíamos comprender y recordar a este respecto, es lo que apasionadamente y con certeza nacida de la experiencia, dice Santa Teresa de Ávila:

Cristo no tiene cuerpo, sino el tuyo. No tiene manos, o pies en la tierra, sino los tuyos, Tuyos son los ojos con los que ve. La compasión en este mundo. Tuyos son los pies con los que camina para hacer el bien. Tuyas son las manos, con el que bendice todo el mundo.

Tuyas son las manos, tuyos son los pies, Tuyos son los ojos, eres tu Su cuerpo. Cristo no tiene otro cuerpo sino el tuyo, Sin manos, sin pies en la tierra, sino los tuyos. Tuyos son los ojos con los que ve la compasión en este mundo. Cristo no tiene otro cuerpo en la tierra, sino el tuyo.

Salvando las distancias, es algo parecido a lo que ocurre cuando unos padres tienen que acudir a una cita y encargan a su hijo o hija mayor, de 12 o 13 años, que cuide a sus hermanos más pequeños. Los padres son conscientes de las limitaciones de su hijo, pero a veces no hay otra posibilidad. Se le pide al primogénito no solamente que tenga buena conducta, sino que recuerde cómo ellos, los padres, trata y cuidan a los más pequeños. Experiencias como esta son necesarias para la maduración en la fe. Sólo cuando vamos comprendiendo que el Maestro nos ha entregado su propia misión, podemos ir alcanzando la necesaria plenitud. Pero yo les digo la verdad: Les conviene que yo me vaya; porque si no me fuera, el Consolador no vendría a ustedes; mas si me fuere, se lo enviaré. (Jn 16: 7).

De manera que, no se trata simplemente de una madurez personal, sino de una compañía eficaz, activa del Espíritu Santo. Quien tenga dudas sobre esto, puede recordar cómo los discípulos, aún con la presencia de Cristo, estaban llenos de miedo y dudas, pero después cambiaron completamente, haciéndose recibieron la fuerza y el valor necesarios para entregar su vida, dando muestras de abnegación y de disposición a morir por el Evangelio.

Así es, verdaderamente somos testigos. El peligro es que seamos testigos sin fuerza. Un mal testigo ha hecho perder casos. Imaginemos que detuvieran a un amigo y lo llevaran ante el juez en relación con alguna circunstancia sospechosa y ahora me llaman a mí como testigo. Moriría por mi amigo, porque se lo debo todo, pero ¡ay! mis declaraciones son confusas y parecen contradictorias. Me mira, sorprendido y apenado. El juez sacude la cabeza. El abogado de la acusación se sienta con una sonrisa; está claro que el caso ha salido como él quería. él. Cristo está siempre ante el tribunal de la opinión pública; y que los hombres lo acepten o lo rechacen depende de nuestras pruebas.

Se cuenta que Leonardo da Vinci empezó una vez a trabajar en un hermoso cuadro sobre un gran lienzo en su estudio. Durante algún tiempo eligió el tema, lo planeó, esbozó el contorno y empezó a aplicar los colores. Entonces, de repente, dejó de trabajar en él. Invitó a uno de sus talentosos alumnos a completar la obra. El alumno se sintió horrorizado y consternado; le dijo a Leonardo que era indigno e incapaz de completar el gran cuadro que su maestro había empezado. Pero Leonardo le dijo: ¿Acaso lo que yo he hecho no te inspirará para hacerlo lo mejor posible?

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2. Casi siempre que se habla de la Ascensión de Cristo, se menciona la tristeza de los apóstoles, el dolor que sentían por la despedida, etc. Pero Jesús era también hombre y sin duda sintió dolor y preocupación al tener que desaparecer de la vista de sus discípulos, a quienes llamó amigos. De manera que la Ascensión es una lección de auténtica abnegación, de alejarse de la forma humana de nuestros afectos, por lícitos que sean y, con la separación física, dar una muestra de absoluta obediencia, de entrega de los propios afectos, para que el Padre los utilice como quiera disponer. Tal vez por eso, en su despedida Jesús dice: Pero es necesario que el mundo sepa que amo al Padre y que cumplo exactamente lo que el Padre me ha mandado (Jn 14: 31).

Algunos de nosotros no somos conscientes del daño que puede hacer una mala administración de nuestros afectos. A veces en forma de acepción de personas, de preferencias y en ocasiones creando dependencias afectivas, en forma de verdadera adicción.

En una de las visitas que me correspondió hacer a una de nuestras misiones, una parroquiana sincera e inteligente quiso tener una conversación espiritual, pues reconocía que no vivía con sinceridad lo que había conocido en el Evangelio. En efecto, tratándose de una persona aún joven, sensible y afectuosa, había perdido a su esposo en un accidente y su sentimiento de soledad era difícil de soportar. Pero eso le llevó a una amistad controladora y ansiosa con un hombre de mayor edad que ella. No tenía ninguna intención maliciosa, pero utilizaba mucho tiempo en enviarle mensajes, se sentía desgraciada si no recibía respuesta inmediata y esperaba además que las respuestas estuvieran llenas de afecto y casi adoración. Para colmo, ella se convencía de que estaba ayudando con su forma de afecto a esa persona. Buscaba una seguridad y un reconocimiento, por un camino muy equivocado. Se hacía daño a sí misma y por supuesto, también a la persona que se había convertido en su diana afectiva.

Sólo logró superar esta situación, para mí de forma admirable, gracias a su fe y su auténtico arrepentimiento. Comprendió bien que la otra persona no era “su propiedad” y no podía seguir utilizándola como un instrumento para su consuelo. Por el contrario, logró acercar a ese hombre a la parroquia e integrarlo en un grupo bastante unido. Me pareció un auténtico acto de abnegación y de verdadera renuncia al hambre de afecto y admiración que todos sentimos.

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3. En varias ocasiones (por ej. 31 mayo, 1981), nuestro padre Fundador ha asociado la ascensión, nuestra ascensión personal, a la aspiración, mostrando cómo esta aspiración, que –no lo olvidemos- es dada por el Espíritu Santo, nos va separando y liberando de todo lo que significa una carga en nuestro camino de perfección. Antes que nada, una aspiración fuerte, auténtica, nos rescata de muchos deseos, que no pueden ser llamados aspiraciones, sino más bien caprichos. Además, de esa manera, nos sentimos preparados para aceptar y aprovechar lo que significa la Espiración, el soplo del Espíritu Santo, que nos lleva por caminos insospechados.

Me parece que el caso de la parroquiana antes citado es una ilustración completa de esta realidad. Por alguna razón, en nuestro Examen de Perfección, vemos que la Aspiración es el resultado más profundo de la Espiración, del soplo del Espíritu Santo en nuestras velas.

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Esto debería cambiar mi perspectiva y mi mirada hacia el prójimo, en quien las carencias y limitaciones me impiden ver su auténtico ser. Las siguientes palabras del Papa Benedicto XVI (7 de mayo, 2005) deberían hacernos pensar, por supuesto, en la Ascensión de Cristo, pero también en lo que esta Ascensión primordial significa para comprender la identidad de todo ser humano:

La Ascensión de Cristo significa… que Él pertenece enteramente a Dios. Él, el Hijo Eterno, condujo nuestra existencia humana a la presencia de Dios, llevando consigo carne y sangre en forma transfigurada. El ser humano encuentra lugar en Dios; a través de Cristo, el ser humano fue introducido en la misma vida de Dios.

Tal vez por ello, el celebrado escritor inglés C.S. Lewis (1898-1963) señaló: Después del Santísimo Sacramento mismo, tu prójimo es el objeto más sagrado que se presenta a tus sentidos.

Volviendo a esta perspectiva que nos ofrece la solemnidad de hoy, la Ascensión de Cristo significa también el comienzo de la era final de la historia humana. Con la Ascensión de Cristo al Cielo ha comenzado la era final -de hecho, la “hora”- del mundo. El Catecismo afirma: Desde la Ascensión, el plan de Dios ha entrado en su cumplimiento. Ya estamos en “la última hora”. Ya está con nosotros la edad final del mundo, y la renovación del mundo está irrevocablemente en marcha; incluso ahora se anticipa de una cierta manera real, pues la Iglesia en la tierra ya está dotada de una santidad que es real pero imperfecta (CIC 670). Todos nosotros vivimos en el “final de los tiempos”, lo que significa que debemos prepararnos diligentemente para el regreso del Señor, que ya está presente entre nosotros especialmente mediante la Sagrada Eucaristía y la acción del Espíritu Santo.

 

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En los Sagrados Corazones de Jesús, María y José,

Luis CASASUS

Presidente