Por el P. Luis Casasús, Superior General de los misioneros identes
Comentario al Evangelio de 5-2-2017, V Domingo del Tiempo Ordinario (Isaías 58:7-10; 1 Corintios 2:1-5.; San Mateo 5:13-16)
Una niña estaba escuchando atentamente las palabras del celebrante sobre la necesidad de ser un cristiano auténtico. La niña se inclinó hacia su madre y le preguntó: Mamá ¿qué es ser cristiano? La madre le susurró: Un cristiano es alguien que ha entregado su vida a Cristo, le sigue cada día, para intentar vivir como Cristo espera de él. La niña reflexionó unos instantes y dijo: Mamá ¿conocemos algún cristiano?
La descripción dada por la mamá era acertada, pero Cristo nos da hoy su visión personal de nuestra vocación: Ustedes son la sal de la tierra. Ustedes son la luz del mundo.
Sin duda, es interesante fijarse en los matices bíblicos y etimológicos de la sal y de la luz, pero en este momento nuestra tarea es traducirlo en actitudes de vida, comportamientos que permitan a un niño o a cualquier persona, identificarnos como cristianos y, lo que es más importante, acercarse más a Dios:
Hagan brillar su luz delante de todos, para que ellos puedan ver las buenas obras de ustedes y alaben al Padre que está en el cielo (Mt 5: 16).
Quizás la descripción más conocida de quien es un verdadero discípulo de Jesús es Él mismo como modelo: Así como yo los he amado, también ustedes deben amarse los unos a los otros. De este modo todos sabrán que son mis discípulos, si se aman los unos a los otros (Jn 13:34-35).
Dado que “ser luz y sal” es una aclaración muy precisa del nuevo mandamiento del amor, parece que son apropiadas algunas observaciones:
Quien está lleno del amor de Dios no hará buenas obras por convicción racional, sino por estar lleno de ese amor de Dios, que es un amor que se desborda. Es como una ciudad que está en lo alto de un monte y por eso no puede ser escondida.
Cuando una de sus monjas le preguntó a Santa Catalina de Siena cómo podría demostrar su afecto a Cristo, ella le respondió que la única cosa que podría hacer es encontrar a alguien que no mereciera su amor y entonces amar a esa persona como acción de gracias por el amor de Dios a los pecadores que no lo merecen. Ese es amor con sal, con un sabor realmente nuevo.
La luz y la sal son para los demás, no para uno mismo. Por favor, notemos que Cristo NO nos dice “Ustedes tienen que ser sal y luz”, sino “Ustedes ya lo son”. Hemos recibido el espíritu y la fuerza (2ª Lectura); de hecho, Las muchas aguas no podrán apagar el amor, Ni lo ahogarán los ríos (Can 8:7). Y, como la sal nunca se usa por sí misma, sino como condimento y también la característica de la luz es iluminar a otros, no a sí misma, nosotros somos llamados a ser luz y sal de los que están a nuestro lado, de manera que tengan esperanza y puedan creer.
Por eso, una persona consagrada que no tiene iniciativa apostólica, necesariamente caerá en una de las siguientes situaciones lamentables:
- Intentará encontrar “una vida religiosa mejor” (un Instituto distinto, liberarse de los votos…culpar a otros por su propia esterilidad). Por supuesto, hay excepciones honrosas e inspiradas de personas que descubren su vocación tras un contacto temporal con una familia religiosa.
- Vivir una doble vida (buscando afectos, realizando actividades que le sirvan de consuelo,…).
- Borrar de su vida para siempre el diálogo con Dios (atacará o denigrará a sus antiguos hermanos, se concentrará exclusivamente en una profesión o en algo que le apasione,…).
Esto no es una teoría o una profecía…simplemente datos empíricos. No podemos ir contra la naturaleza de la luz y de la sal, contra nuestra propia naturaleza.
¿Cuál es la prueba de que hemos sido transformados en luz y sal?
Tal vez, en el fondo, no creemos del todo en lo que decimos creer. Fue difícil para ese puñado de campesinos palestinos, ese equipo variopinto, verse como la sal y la luz del mundo y quizás muchos de nosotros no nos sentimos cómodos con esa verdad y nos inclinamos más hacia la mentalidad del “vive y deja vivir” ¿De verdad nos sentimos sal y luz del mundo? La pregunta es relevante y los conceptos de luz y sal se prestan a interpretaciones variadas y fructíferas.
Pero, simplemente recordemos nuestro lema: Cree y Espera. Dos actitudes que hemos de tener, básicamente en nuestra mente y nuestra voluntad.
La Luz es alegoría expresiva de una visión más clara de Dios en nuestra MENTE. (También la Sombra, pero por una buena razón, Cristo eligió ahora la Luz). Cuando un discípulo peguntó a su maestro: ¿Cuál es la diferencia entre conocimiento e iluminación? El maestro respondió: Cuando tienes conocimiento, utilizas una antorcha para mostrar el camino. Cuando estás iluminado por Dios, te transformas en antorcha.
Y la Sal es una metáfora precisa de una VOLUNTAD purificada. La sal es un conservante, un antiséptico moral que evita el estancamiento y el bloqueo de nuestra vida moral. La única forma de evitar el deterioro del pecado en el mundo es difundir la sal del Evangelio.
Todo ser humano, creyente o no, estará de acuerdo en que siempre puede hacer más, que quizás ha perdido alguna oportunidad, que su generosidad podría ser mayor, al menos teóricamente. Esto es un suave aguijón…o algunas veces una espina dolorosa que algunos llaman conciencia. Más allá de los sentimientos de culpa, este es el mensaje más importante de nuestra conciencia: Tengo la sospecha de que puedo ser más y el deseo de ser más. Esta es la misión de la purificación proyectada por el Espíritu Santo. Los dones del Espíritu Santo son la guinda sobre el pastel, después del proceso curativo de la purificación y la toma de conciencia.
Sí; hemos sido transformados en personas nuevas y diferentes, en sal y luz, de modo que el mundo increyente pueda ver algo distinto:
Te libraré del pueblo judío y de los gentiles, a los cuales yo te envío, para que abras sus ojos a fin de que se vuelvan de la oscuridad a la luz, y del dominio de Satanás a Dios, para que reciban, por la fe en mí, el perdón de pecados y herencia entre los que han sido santificados (Hch 26:17-18).
Estamos en el mundo, aunque no somos del mundo. Hemos de ser diferentes y, si no lo somos, nos hacemos necios. Nos hacemos inútiles para Dios y para el mundo.
¿Se entregan la luz y la sal con Instrucciones de Uso? Sí; Cristo aún nos da más detalles cuando sube a la montaña con los primeros discípulos: Designó a doce, para que estuvieran con Él y para enviarlos a predicar, y para que tuvieran autoridad de expulsar demonios.
Pensamos que sabemos (más o menos) lo que significa predicar, pero… ¿expulsar demonios?
Durante la audiencia privada que el Papa Francisco nos concedió (16 de Mayo, 2016) preguntó si de verdad creíamos en la existencia y las obras del diablo. Se mostró muy consolado cuando le dijimos cómo nuestro Padre Fundador nos había enseñado siempre sobre esto y añadió que algunas personas que han estado ahí sentadas, decían que el demonio es un lindo mito. La Tabla siguiente es un esquema sencillo de cómo trabaja el diablo. El último bloque representa nuestra respuesta como luz y sal: igual que los apóstoles, estamos llamados a expulsar demonios que intentan conquistar y morar en el corazón de nuestro prójimo.
¿Cuáles son sus objetivos? | – Ser adorado (como Dios). – Separarnos de Cristo. – Someternos a una aflicción negativa, angustiosa. |
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¿Cómo actúa? | Mintiendo, distorsionando o tergiversando los hechos. | -Nos hace creer que no existe (es solo una metáfora del mal, un mito, un símbolo,…) pero los demonios tienen un temperamento, una “personalidad”. -Exagerando mis dificultades, mis logros, mis capacidades, el alcance de mis pecados…o quitando importancia a todo eso. Esto son Signos Diabólicos. – Llevándome a enfrentarme a mi prójimo: No hay nadie como tú. Tú eres el que hace todo el trabajo. Poder y Orgullo. (Segunda y Tercera tentaciones de Cristo). |
Utilizando la inoportunidad | – Tienes que descansar, surfear en Internet o comer AHORA (Primera tentación de Cristo). | |
¿Cuándo actúa? | Cuando estamos solos:
cualquier forma de soledad |
Cristo en el desierto; Eva en el Paraíso; tú o yo , solos con nuestros pensamientos, nuestro cansancio, nuestras preocupaciones… |
¿Qué podemos hacer? | –Evitar el diálogo; es decir, evitar considerar y juzgar las consecuencias de obedecerle. Esta fue precisamente la respuesta de Cristo a la tentación. -Siendo conscientes de que siempre tenemos una misión que cumplir con nuestro prójimo. Aquí estoy para hacer tu voluntad. Podríamos describirlo informalmente como Terapia Ocupacional Espiritual. –Un acto de oblación. No simplemente “resistir”, sino ofrecer a Dios ese momento de tentación. Un provechoso diálogo de acciones con Dios. -En nuestros momentos de paz, orar continuamente, pidiendo la ayuda que necesitamos en los momentos de dificultad: Líbranos del mal. |