Durante la semana del lunes 20 al domingo 26 de enero se realizó en San Miguelito el Campamento Nacional de la Juventud Idente con más de 70 jóvenes procedentes de Santa Cruz, San Ignacio y de las comunidades (aldeas) de nuestra parroquia rural San Francisco Javier. Algo especial fue que de la parroquia participaron más de 40 jóvenes y casi todos se habían ganado su campamento trabajando por turnos durante dos semanas en la Ciudad monástica de San Miguelito en diferentes áreas: reparación de alambradas, trabajos de jardinería, lijada y pintada de las paredes del ex colegio, mantenimiento de rejas de madera y otros trabajos. También gracias al esfuerzo de estos jóvenes entusiastas San Miguelito ofreció a los jóvenes participantes un ambiente renovado, acogedor, con jardines nuevos, aceras y aulas refaccionadas, pero sobre todo con mucho calor humano y espíritu de familia que se ha podido percibir durante todo el campamento.
Durante toda la semana hemos podido disfrutar, aprender y compartir una gran experiencia y convivencia entre los acampados y profesores, mediante los espacios de formación, en pleno contacto con la naturaleza, descubriendo en primer lugar la riqueza que cada persona posee, para después dar cada vez más lo mejor de uno mismo a los demás.
San Miguelito es un lugar ideal, ya que nos permitió apreciar y disfrutar de la naturaleza en su esplendor, regalándonos cada día su belleza renovada y variada. En medio de ello, contamos con seminarios enfocados a la mística, salud y naturaleza (plantas medicinales), valores de la Juventud Idente e historia de las misiones en Chiquitania, que junto con los cursillos (nudos, tallado de lápices, llaveros en cuero, nutrición, higiene, pintura en rostro y arteterapia) permitieron a los jóvenes no solo crecer como personas, sino también encontrar la paz interior por medio del trabajo en equipo y ayuda mutua.
Para la mayoría de los jóvenes este campamento fue, como dice nuestro Padre Fundador: “descubrir cielos a cada paso”, porque “han sabido caminar sabiamente” entre cursillos, talleres artísticos, seminarios, deportes, himnos al fuego pero también aprendiendo a cocinar, limpiar, servir comidas y compartir sus vidas, sueños y esperanzas con otros jóvenes, profesores y misioneros.
Para los muchachos de nuestras comunidades campesinas quizá la excesiva timidez sea uno de los obstáculos más fuertes a la hora de relacionarse y comunicarse. Fue algo muy bonito poder observar cómo, día tras día, y con la ayuda de sus compañeros y profesores, han ido abriéndose para poder compartir sus vidas y restaurar tantas cosas, inquietudes y heridas que muchos de ellos sienten y necesitan sanar. El aporte de los talleres artísticos fue clave porque los chicos pudieron descubrir los talentos que tenían guardados y compartirlos delante de los demás. Este ambiente de una verdadera fiesta fue creciendo hasta su culminación con los juegos florales donde todo lo aprendido llegó a la plenitud de la creatividad a través del trabajo en equipo.
Este año por motivos de la compleja situación política no ha podido participar la Delegación de La Paz, pero el entusiasmo, la alegría y el vínculo de amistad de los jóvenes les lleva desde ya a pensar en el siguiente campamento que se realizará precisamente en esta ciudad mágica que, aunque un poco distante del oriente boliviano, será motivo de inspiración para muchos de nuestros jóvenes.