A pesar de los calurosos días de agosto, en el Motus Christi se respiraba siempre un aire fresco. El monasterio de San Pasquale en Atessa se llenó de vida al acoger, del 1 al 7 de agosto, a 20 jóvenes provenientes de Eslovaquia, República Checa, Alemania e Italia, jóvenes dispuestos a conocer más a Cristo, que promete hacerse presente cuando dos o más se reúnen en su Nombre.
Y, de hecho, fue así, las jornadas se desarrollaron en Su presencia, por supuesto en la Eucaristía, pero también en la sencillez de los trabajos monásticos, en la escucha atenta de los temas impartidos, en la paciencia para las necesarias traducciones por motivo de las diversas nacionalidades presentes, en el silencio de la oración personal, en el compartir sincero en las comunidades y en las expresiones artísticas durante los ateneos. El motor interno fue siempre el mismo: la generosidad, la convivencia en la caridad, ofrecer lo mejor con alegría, en definitiva, el espíritu de familia.
Los temas impartidos nos ayudaron a reflexionar sobre las bienaventuranzas como programa de santidad y como respuesta al deseo de felicidad en nuestra vida concreta.
Después del Motus Christi, brota espontáneo un profundo GRACIAS, al Padre Celestial por acercarnos el cielo ya en este mundo, a los jóvenes que participaron por su confianza, y a tantos misioneros y misioneras que nos acompañaron con su oración puntual.
Lo que cada uno se lleva grabado en su corazón para vivir la santidad, será tutelado por todo el Instituto, en particular, cada viernes en la oración apostólica, en unidad suplicante por el Motus Christi y sus frutos.
Nos despedimos con deseos de vivir lo aprendido y de volver el año próximo.