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La misión contada por sus protagonistas: jóvenes de Santo Domingo

Jóvenes misioneros dan testimonio de una fe viva

Durante el encuentro mensual de la Familia Idente de Santo Domingo, los jóvenes locales que participaron este año en la Misión Idente Ecuador 2025 compartieron con emoción lo que esta experiencia dejó en sus vidas. Sus palabras conmovieron profundamente a todos los presentes, convirtiendo la jornada en un verdadero encuentro con Cristo.

Cada testimonio revelaba cómo el paso por las comunidades visitadas, los talleres con niños, adolescentes y adultos, y el contacto con tantas familias, se transformó en un espacio donde el Espíritu Santo actuó con fuerza, renovando la fe y el compromiso de cada misionero. Los jóvenes expresaron que, en cada gesto y palabra, sintieron a Cristo caminando junto a ellos, encendiendo la esperanza en su interior.

 

“Aprendí a ver a Cristo en cada persona”

Uno de los jóvenes resumió el sentir común de todos los participantes con estas palabras:

“Desarrollé un amor más profundo hacia Dios a través de las personas. Descubrí que Cristo será mi compañero de por vida, porque en Él está la clave de todo. La Misión Idente Ecuador me ayudó a ver las situaciones en las que viven las personas y cómo cada uno carga su propia cruz y enfrenta el día a día. Estamos llamados a ser más hermanos.”

La Misión Idente Ecuador no es solo una actividad externa, sino un encuentro interior con Cristo, que abre los ojos ante la realidad de los demás, fortalece la fe y despierta el deseo de servir con generosidad.

Acción de gracias y comunión fraterna

El encuentro culminó con la Eucaristía, en la que los jóvenes, sus familias y toda la comunidad idente ofrecieron gracias a Cristo por la experiencia vivida. Se elevó una oración especial por todas las personas que, desde distintas partes, colaboraron con generosidad en la preparación y desarrollo de esta Misión.

Un ardor misionero que permanece

La Misión Idente Ecuador 2025 ha dejado una huella imborrable en los jóvenes universitarios que han podido participar, y en sus familias. En Santo Domingo, este espíritu se mantiene vivo, invitando a todos a seguir construyendo una Iglesia más fraterna, cercana y solidaria, con la certeza de que Cristo continúa llamándonos a vivir la misión no solo en los días intensos de evangelización, sino en la vida cotidiana, allí donde cada persona espera ser amada.