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Anuncio Obra Ganadora Certamen Poético 2024

By 29 abril, 2024No Comments
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Bajo el signo del día del Padre Celestial, celebrado ayer, el domingo 28 de abril de 2024,
nos complace anunciar la obra ganadora y las menciones de honor del
Certamen Poético institucional 2024.

 

La obra ganadora es “Kénosis” de Lourdes Grosso García.

 

Entre las veinticinco obras de misioneras y misioneros que se han presentado, destacamos los poemas presentados por Virginia Gil Moyano y Bruno Marinelli.

Primera Mención de Honor: “Poema de amor” de Virginia Gil Moyano
Segunda Mención de Honor: “Dilo otra vez” de Bruno Marinelli

A continuación, publicamos los poemas con los correspondientes comentarios. Los miembros del Jurado, Alberto Giralda, Annick Johnson, Daniel Cárdenas y Chiara Ammoscato, expresan su más sincero agradecimiento a todos los participantes. ¡Felicidades a todos los premiados!

 


Obra ganadora:

KÉNOSIS

I

Tengo mi cuerpo atado a una cadena,
cada mañana lo arrastro aprisionado
¿será tu amor, Señor, quien me ha llevado
a cumplir entre brumas mi condena?

Pasan las horas… y luego, azucenas
con perfumes de vida, como heraldos,
van anunciando albas, desvelando
un rayito de sol en cada pena.

¡Ay tristeza de encaje y pensamiento!
¡ay dulzura de inmerecida herida!
¡ay dolor y ay amor!, conocimiento

de mi desdicha silente y mi sustento,
de mi esperanza presente y mi alegría…
La eternidad ausente es mi alimento.

II

Tú eres así, sereno y milenario,
sueño grande que al corazón despoja…
y te llevo en el alma, escapulario
cincelado en mi carne blanca y roja.

Tú eres así, Amor, un relicario
de oro viejo curtido… una hoja
que de otoño impregna el calendario
de mi vida, haciendo que te escoja.

¡Y yo te escojo, Amor!, y a ti me abrazo
con presente de fuego y añoranza:
mil proyectos doblados bajo el brazo…

y yo te escojo, Amor, en mi regazo,
con mi dolor de siempre, una esperanza:
que la muerte consuma nuestro abrazo.

III

No tengo, Señor, palabras
ni tampoco silencios
que ofrendarte.

Ya ves,
no tengo nada…

tan sólo ¡ay!
tu Amor
que darte.

Lourdes Grosso García
Madrid, 13 de febrero de 2024


Comentario:
Estamos en presencia de un poema místico de alto valor lírico. Si nos fijamos en la estructura física de este poema, debemos decir: Está compuesto por tres estrofas: las dos primeras son sonetos; la tercera, conclusiva, es de medida y rima libres. La cadencia de los acentos prosódicos, aun no siendo uniforme, sigue un ritmo prevalentemente constante.
Primer soneto:
ABBA, ABBA, CDC, CDC.
Predominan los versos endecasílabos melódicos e italianos.

Segundo soneto:
EFEF, EFEF, GHG, GHG.
Son versos endecasílabos melódicos; dos son puros (el primero y el penúltimo).

En ambos sonetos, hay frecuentes rimas internas asonantes o consonantes.
Estrofa conclusiva:
Rima asonante a-a, rima consonante arte-arte (en la que está incluida la rima asonante a-a).
Esta estrofa podría ser leída como dos octosílabos.

El poema es rico en figuras literarias:

Metáforas:
La vida es perfume,
las penas son rayitos de sol,
la tristeza es encaje y pensamiento,
la eternidad es alimento,
Tú eres sueño grande, eres relicario,
el calendario es vida
etc.

Metonimias:
impregnar de otoño.
perfumes de vida.
tristeza de encaje
oro viejo curtido,
presente de fuego
etc.

Paradojas:
herida dulce
desdicha… alegría

Anáforas:
Tú eres, Tú eres
Yo te escojo, Yo te escojo.
No tengo, No tengo.
¡Ay!, ¡Ay!, ¡Ay!

Aliteraciones:
Por ejemplo: El fonema „s“ es especialmente recurrente en este poema. La „s“ sugiere silbo, silencio, susurro, o el „sí del amor“, entre otras vivencias. Etc.
Si nos fijamos ahora en la estructura mística, tratando de captar el poe’s podríamos decir lo siguiente:
La palabra clave de este poema parece ser, precisamente, Kénosis, vaciamiento. Está presente en todo el poema: en forma de añoranza, de lamento, de esperanza, de ofrenda, de acogida. La Kénosis pura está en la muerte: que la muerte consume nuestro abrazo. En el vaciamiento total queda consumada la unión. Es supraespaciotemporal, supralingüístico; en efecto, ni siquiera forma parte del cuerpo del poema, pero está presente, irradiándose en todo él.
La eternidad ausente es mi alimento, que expresa vaciamiento, pero no negativo, puesto que esa ausencia es alimento.
La kénosis, el vaciamiento, adquiere su punto culminante en la estrofa conclusiva, como estaba ya en la muerte („que la muerte consuma nuestro abrazo“):

Ya ves,
no tengo nada…

tan sólo ¡ay!
tu Amor
que darte.

„no tengo nada“, pero, al mismo tiempo, la poetisa lo tiene todo: „tu Amor“. Y de nuevo la kénosis: „que darte“, es decir, no se apodera de nada, sino que recibe el Amor que da y da el Amor que recibe.
Es poesía dialogal, experiencial, en la que la purificación es vivida en función de la unión. Es poesía contemplativa, que cumple el ayuno completo del egoísmo, condición, según nuestro Padre Fundador, para ser contemplativos, y en la que se cumple también su mensaje: „contemplad la tierra desde el cielo“.


Primera mención de honor

Poema de amor

¡Qué te digo, amado mío, que te agrade!
que ya sabes que te quiero como a nadie,
para ti, pinte los cielos de ilusiones
y los mares, de chispeantes oleajes.
Mi tierra, mar, en su danza me enamora
Tú me lo devolviste con el tiempo,
sal, beso, palabra, sueño … un instante
amor de primavera y de destierro.
Te contemplo extasiada entre estas olas,
y chispas de violetas salpican el alma.
Me llamaste a Ti en aquella ventana
donde yo esperaba a la orilla del alba.
“Es hora de partir a la intemperie,
sin manos y sin bocas, sin miradas,
sin besos y sin cielos maternales”
Espera y escucha, silencio y miradas,
tesoro escondido, lágrimas saladas.
Me dejé el corazón en el intento
y bendigo el tiempo que me trajo a ti
adorable, dulce amor mío, gracias

Virginia Gil Moyano

 


Comentario:

Versos dodecasílabos.
Las palabras divinas, en cursiva, son endecasílabos. Invitan a la poetisa al vaciamiento total, al anonadamiento, para „partir“, como escuchó Abraham: „sal de tu tierra“, „a la intemperie“, sin nada excepto la vocación, la llamada.
Si pretendiéramos encontrar el poe’s, quizás esté en esta contemplación de la poetisa, unida a la firmeza, a la seguridad. Hay en este poema una doble persuasión: Dios me ama y yo amo a Dios. Esto es místico. Lo ascético está en „dejé el corazón“, „lágrimas saladas“, „espera y escucha“.
La rima no es libre, pero no se sujeta a estructuras conocidas.
Abundan los recursos literarios:
– metonimias: chispas de violetas, pintar los cielos, la danza del mar, la orilla del alma, etc.
– alusiones: la ventana, el mar, los reflejos.
– Personificación: la tierra y el mar danzan.
Es poesía marcadamente experiencial, en diálogo de la poetisa con hechos biográficos, con recuerdos de la presencia de Dios.
Es poesía muy luminosa: chispas de violetas, chispeantes oleajes, pintar cielos, orilla del alba, reflejos, primavera, flores.
En todos estos versos hay potenciación, evocación, experiencia, belleza, música, amor de la poetisa al Amado y del Amado a la poetisa.


Segunda mención de honor

Dilo otra vez

Dilo otra vez
lo que eres,
tal vez en un susurro
cuando estemos solos
pero dilo.
Aunque duela saber
que me amas
como [yo] debería,
dilo siempre,
así que mi única
ocupación
sea escuchar tu voz.

***

Yo sé,
porque te conozco,
que no volverás
para ser visto
hasta el próximo encuentro,
dos veces no puedo
encontrarte.
Sin embargo no viviré
en la oscuridad,
después de todo me alegro
de haberte visto
mientras me mirabas.
Esto es suficiente para
iluminar
incluso de noche.
***

No te pueden conocer

si no se quedan solos
en la habitación que
quisiste para mí,
la secreta,
de que sólo
tus amantes
conocen el nombre,
Soledad.
Sí,
ésta es la habitación
que habito,
aquí siempre hay una voz
amiga
que me hace compañía
con su silencio.
***

No es la sombra
la que me recuerda
la luz,

si así fuera
viviría un poco allí y un poco
aquí,
pues
dividido por dentro.
Es la luz la que me recuerda
tu presencia.
Y comprendo
que es hora de echarlo
el vestido que llevo,
levantarme de un salto
y correr tras de ti.
A esto, tal vez, se reduzca
el tiempo que me queda.

Bruno Marinelli


Comentario:

Es la mística genuina del diálogo de los dos: Dios y el poeta. Terceras personas aparecen sólo en un escenario de fondo: No te pueden conocer/si no se quedan solos/en la habitación que/quisiste para mí,/la secreta,/de que sólo/tus amantes/conocen el nombre,
Es tan exclusivo este diálogo, que incluso no se ven abundantes recursos literarios (metáforas, metonimias, anáforas, etc.), excepto la paradoja, que enriquece a esta poesía (aquí siempre hay una voz/amiga/que me hace compañía/con su silencio.), ni recursos métricos, ni en el ámbito de las rimas. Es diálogo puro entre dos, de los cuales uno más bien calla, es una habitación en la que habito, y a la vey corro tras ti (aquí está también la paradoja que embellecen y enriquecen el poema). El poeta oye su voz, percibe su presencia, siente su toque. Es la poesía mística de raigambre sanjuanista, de San Juan de la Cruz, en la que el poeta es el amante, y el fin es el amado, y todo lo demás y los demás son contexto, medio, mensajeros; no son ni origen ni fin.
Si quisiéramos acercarnos al poe’s, al intangible y mucho menos apresable poe’s, tendríamos que hablar de la habitación secreta, o evocar la piedrecita blanca del Apocalipsis, con un nombre escrito, que solo conoce aquel que la recibe. Es una habitación para el encuentro, un encuentro infinitamente deseado.