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Colombia celebra con alegría y creatividad los 50 años de la Juventud Idente

El 12 y 13 de septiembre, la Juventud Idente en Bogotá se reunió con amigos para conmemorar medio siglo de un camino que enseña a ir a Dios a través de la humanidad. No fue solo una celebración, sino una oportunidad para mirar atrás con gratitud y hacia adelante con esperanza.

Nuestra Parroquia de Nuestra Señora del Pilar, se llenó de rostros emocionados: jóvenes, niños y adultos que en distintas épocas han formado parte de la Juventud Idente. Muchos recordaron con cariño a Maribel, Feliciana y al padre Domingo, cofundadores que sembraron las primeras semillas de este ideal en tierra colombiana.

Durante la conmemoración, los participantes realizaron un recorrido visual por la historia de la Juventud Idente, recordando su nacimiento en un campamento, donde la inspiración de Fernando Rielo tomó forma concreta. Una de las imágenes más significativas fue la de Rielo cargando a un niño, símbolo de que la Juventud Idente no surgió de una idea teórica, sino de una experiencia profunda de amor y entrega.

El P. Domingo y Maribel, misionera idente, compartieron en un video los orígenes de la Juventud Idente en Colombia. De sus palabras se desprendió una lección que sigue viva: la fuerza de construir comunidad y verdadera amistad.

El diálogo continuó con un conversatorio lleno de testimonios sinceros. Adultos, jóvenes de Colombia y dos jóvenes invitados de Ecuador —Balzaín Soria y Alex Prado— compartieron cómo la Juventud Idente les ha enseñado a mirar más allá de sí mismos, a descubrir que la vida tiene un propósito y que cada uno puede transformar el mundo desde su propio corazón.

Muchos expresaron que la Juventud Idente se ha convertido para ellos en una segunda familia, un lugar donde nunca se sienten solos. Los campamentos, dijeron, han sido escuela de generosidad, aprendizaje y servicio.

Cuando el público preguntó a los jóvenes de Ecuador qué consejo darían a un profesor de JI, la respuesta fue clara: paciencia. Paciencia para crecer, para acompañar, para no desanimarse ante los retos de educar y de formar el alma.

La celebración culminó con un alegre ateneo, en el que los grupos presentaron números artísticos llenos de creatividad y espíritu. Cada actuación fue reflejo de la alegría, la unión y el carisma que el Espíritu Santo siembra en quienes viven este ideal.

La Juventud Idente ha sembrado semillas que hoy florecen y seguirán dando fruto en un mundo que necesita amor, veracidad, generosidad y honorabilidad. Solo así podrán perder fuerza las ideologías que promueven el egoísmo y la deshumanización.

Celebrar estos 50 años fue mucho más que recordar una historia: fue reconocer que cambiar el mundo empieza por dejarse transformar uno mismo.

Porque la Juventud Idente no es solo un movimiento, es un camino vivo hacia Dios a través de la humanidad.