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La primera Comunión, una blanca flor en medio de la pandemia

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Son 150 los niños de nuestra parroquia “San Mateo”, en la periferia de Roma, que durante este mes de octubre han recibido la Primera Comunión. Respetando las restricciones debidas a la emergencia por el Covid-19, se ha dividido a los niños en grupos muy pequeños, y se celebran hasta 4 celebraciones cada fin de semana.

Aunque las medidas de precaución limitan la posibilidad de manifestaciones externas de afecto, tanto la pureza como la sacralidad de la celebración han quedado intactas.

Antes de la misa, cada niño ofrece una rosa blanca a Cristo, como muestra de su fe. Durante la ceremonia, los padres de los chicos participan en las lecturas, ofertorio y peticiones con grande emoción. Cuando sus hijos han recibido ya la Primera Comunión, los padres leen el paso del Evangelio de san Juan en el que Cristo reza por sus discípulos, y los encomienda al amor del Padre; pero esta vez son los padres quienes encomiendan a sus propios hijos al amor infinito de Dios. Después de la misa, la parroquia obsequia un Evangelio a cada niño para que el encuentro que han tenido con Cristo lo puedan renovar cada día a través del Evangelio y de la Eucaristía.

La ausencia de abrazos y de grandes festejos, que en estos tiempos no son posibles, han hecho más perceptible aquel abrazo silencioso con el que la Santísima Trinidad ha acogido a cada uno de los niños. Es muy bonito ver cómo los chicos, a pesar del mundo un poco desordenado en el que vivimos y de los muchos estímulos que reciben, han saboreado con total simplicidad este primer encuentro con Cristo: “entonces cuando le pedimos a Dios danos hoy nuestro pan de cada día, ¡es el cuerpo de Dios!”. Con el deseo de que esta íntima unión sea para toda la vida, nos unimos todos a la oración que han recitado los padres de los niños: “Padre santo, consérvalos en tu nombre… para que sean una cosa sola, como nosotros” (Jn 17,11)