Skip to main content

Dos hermanos de viaje para llevar a Cristo a todo el mundo

La vida misionera nos enseña a estar siempre en camino. Así lo han vivido Justo de la Fuente y Jesús Muñoz, quienes en estos días han concluido una etapa de entrega generosa en tierras latinoamericanas. Justo, que vino por unas semanas a nuestras comunidades de Quito y Colombia, regresa ahora a París. Su paso breve pero intenso ha sido un verdadero bálsamo: su cercanía, su serenidad, y su capacidad de acoger con sencillez lo nuevo, han dejado huella. Muchos lo recuerdan ya por su mirada fraterna, su delicadeza al tratar a cada persona, y su modo de estar que hace bien.

UNA MISIÓN QUE PERMANECE EN EL CORAZÓN

Jesús, por su parte, culmina una larga y fecunda etapa en Ecuador, donde ha vivido durante muchos años. Desde Quito hasta Santo Domingo e Ibarra, su presencia ha sido constante, cercana y fecunda. Gracias a su entrega han germinado muchas vocaciones, y su amor por las misiones universitarias ha marcado profundamente a quienes lo han acompañado. Quienes lo han conocido agradecen especialmente su alegría serena, su disponibilidad constante y su modo de vivir la entrega cotidiana sin protagonismo, pero con profundidad.

Una despedida que es también envío

Estas despedidas no son finales, sino nuevos comienzos. Así, entre abrazos y gratitud, nuestras comunidades han despedido a estos hermanos con la certeza de que dondequiera que vayan, seguirán sembrando la esperanza del Evangelio. Y también con la confianza de que, de un modo u otro, el camino nos volverá a reunir.