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Caminata en Cuicocha (Ecuador): jóvenes descubren la voz de Dios en la naturaleza

“Hoy vamos a ver de verdad las estrellas”, dijo el p. Luis Casasús, presidente de los misioneros identes, al llegar con un grupo de jóvenes a lo alto del sendero que bordea la laguna de Cuicocha, en Cotacachi, durante su visita a las comunidades ecuatorianas. Y no hablaba solo del cielo despejado, sino de algo más profundo: la experiencia viva de dejarse enseñar por la naturaleza, por el otro y por Dios.

UNA JORNADA EN LA NATURALEZA PARA APRENDER A ESCUCHAR

El grupo, conformado por 26 jóvenes —algunos del grupo Caminantes, y otros invitados— respondió a la propuesta de Jairo Ortiz, misionero idente externo, para pasar un día distinto: un ascenso que no fue solo físico. Desde las 7 de la mañana hasta el atardecer del pasado 18 de mayo, el silencio, las conversaciones sinceras y el contacto con la montaña fueron moldeando algo nuevo en todos.

Nuestro Presidente compartió con todos los presentes desde sus recuerdos y experiencias, cómo la naturaleza puede ser una maestra silenciosa si se le presta verdadera atención.

TRES GRANDES MAESTROS: LA NATURALEZA, DIOS Y LOS DEMÁS

Su invitación a los jóvenes fue clara: escuchas y aprender de tres grandes maestros: la naturaleza, los demás, y Dios. “Tomen como maestros a esos tres. No se aprende solo en los libros. Aquella piedra que no nos la llevamos a casa porque pertenece a ese lugar, el amigo que te sonríe, el susurro de Dios que solo tú puedes oír”, decía el p. Luis. No hicieron falta conferencias ni discursos largos. La montaña, los compañeros, Dios; todo hablaba personalmente a cada uno de los participantes.

COMPARTIR LO QUE EL CIELO LE DICE A CADA UNO

“¡Regreso con el corazón lleno de felicidad!”, decía Elizabeth, con una sonrisa en los labios. “Aunque cansado, pero con una alegría que te hace mejor persona que ayer”, compartía otro participante. “Fue una aventura preciosa. Gracias a todos, y en especial a Jairo”, repetían varios. “Disfrutamos. Tengo la impresión cierta de que todos lo hicimos”, concluyó Jairo.

Al final el p. Luis Casasús les invitó a todos a que escriban sobre su relación con Dios, con la naturaleza y con los demás. “Si ustedes no escriben —aunque sea en el alma— la poesía de lo que Dios les ha dicho hoy, están violando un derecho. Porque otros, en el futuro, no sabrán lo que el cielo le susurró a cada uno esta tarde”