
¡Bienaventurados los que son pobres de espíritu… porque son ricos! Esto es lo que dijo uno de los participantes durante su toque carismático y lo que todos sentimos al profundizar la 1ª bienaventuranza en el Motus Christi de Camerún.
Basándonos en las enseñanzas de Mª del Carmen García Viyuela, Superiora General de las Misioneras Identes, y del P. Jesús Fernández Hernández, nuestro Presidente, el 5 de julio realizamos el primer Motus Christi en línea, desde Camerún. Las intervenciones de los participantes, procedentes del Camerún, Benín e incluso de la isla de Mauricio, fueron muy profundas.
La pobreza, característica de los niños, es alegrarse de nuestra pequeñez y comprender que nuestra miseria atrae a Dios. Si de forma natural rechazamos esta miseria, todos hemos experimentado que “tenemos una debilidad” por los seres más infelices, ingratos, o menos dotados. Nos atrae la debilidad del otro, y en esto nos parecemos a nuestro Padre celestial.
La ética del buen gusto, propia de Cristo, de la que habla Fernando Rielo, fue subrayada por varios participantes. Esta delicadeza que tiene con cada uno de nosotros cuando no nos reprocha, como en la parábola del Hijo Pródigo, o cuando se adelanta para hacer un milagro, aunque no se le haya pedido, como en la piscina de Siloé…El siguiente proverbio de nuestro Padre Fundador resonó en muchos de nosotros, despertando el deseo de ser creativos en el amor:
“No te acerques al prójimo
con la rutina de siempre.
Sorpréndelo.
Verás cómo entrega ojos dichosos
y, luego, lejos de ti…
recitará tu nombre”
La pobreza no se trata de cosas materiales, sino de nuestros pensamientos, sentimientos, reacciones negativas, que tenemos que abandonar en el primer peldaño de la escalera de las bienaventuranzas que lleva al Padre. Todos estos pesos, como el orgullo, la envidia, el egoísmo, la hipocresía… Viviendo esta bienaventuranza, somos liberados de las tensiones, la ansiedad y el estrés, que provienen de la sociedad, pero también y, sobre todo, de nuestro ego, de nuestra voluntad de “triunfar”, de “llegar” con nuestras propias fuerzas. Es tan dulce aceptar que somos pobres, limitados, con defectos, – sin renunciar a superarlos – pero en esta actitud de confianza, en última instancia la de los niños, que saben que el Señor está de su parte y lucha con ellos.
Sí, ¡Bienaventurados los que se sienten amados a pesar de su miseria, porque el Reino de Dios es suyo! Y podemos decir que este Reino era palpable durante el Motus Christi.