Rancagua, cuando una generación aprende a recibir el testigo

Rancagua, Chile. Los últimos días de 2025 tienen el rostro de la convivencia.

Sonrisas que se reconocen, silencios compartidos, mesas sencillas donde uno se sienta sin prisa. Jóvenes misioneras y misioneros procedentes de Norteamérica y de América Latina atraviesan juntos el paso al año nuevo, en un tiempo que adquiere el sentido de una entrega.

Es aquí, en la sede de Rancagua, en Chile, donde misioneras y misioneros están viviendo jornadas marcadas por la oración, el trabajo, la escucha y la fraternidad. En el centro, la convivencia y la comunión, verdadero corazón de estos días.
Las mañanas están dedicadas al trabajo monástico; las tardes, a la meditación y a la formación.

«Ninguna generación es sin la anterior; ni en las cosas del mundo, ni en la vida del espíritu.»

Así lo recuerda Luis, presidente de los misioneros identes, en el mensaje de apertura enviado a los participantes: una palabra que ofrece, desde el inicio, la clave desde la cual mirar y vivir estas jornadas.

En su mensaje, Luis confía a los jóvenes una responsabilidad clara:

«Ustedes son parte de esa otra generación que nuestro Fundador esperaba ver desde el cielo.»

Una generación con más medios y una mayor preparación, sin duda, pero sobre todo heredera de hombres y mujeres que caminaron con un corazón limpio, aceptando misiones no previstas, atravesando límites, incertidumbres y escasez de recursos. Es una memoria que no pesa, sino que orienta y responsabiliza.

Las imágenes de la convivencia lo dicen sin necesidad de explicaciones: jóvenes que escuchan, que trabajan juntos, que oran en silencio, que sonríen en los momentos sencillos. Una alegría discreta, que nace de saberse parte de algo que precede al individuo y lo supera.

Está también la urgencia del presente.

«Cada vez más personas jóvenes se acercan a cada hermano y hermana con heridas de soledad y desprecio.»

Las vidas y las historias de cada uno se entrelazan en los momentos de diálogo, entre un trabajo y un servicio. Están en juego la perseverancia, la vocación, la responsabilidad. Poner orden, restaurar, reconstruir, ajustar: como el mundo que les espera, atravesado por la soledad, el desconcierto y la fragmentación.

El paso al año nuevo sucede así, con la conciencia de que lo vivido aquí deberá traducirse en otros lugares: en contextos distintos, en edades diversas, en misiones concretas.
Permanece un vínculo fortalecido, una mirada más amplia, una responsabilidad asumida.

El curso de Rancagua cuenta esto: una generación que aprende a recibir el testigo —y a llevarlo adelante, juntos.

 


A continuación, recogemos algunos pasajes del mensaje de apertura de Luis Casasús, presidente de las misioneras y los misioneros identes, dirigido a los participantes en el Curso Monástico de Rancagua.

 

Roma, 27 de Diciembre de 2025 – A los participantes en el Curso Monástico

Rancagua, Chile, 27 Diciembre 2025 – 04 Enero 2026

Queridos hermanos y hermanas de las Américas:

Agradezco el esfuerzo hecho por todos para hacer realidad estos días de convivencia, por cuyos frutos está suplicando toda la Institución en el mundo. Gracias a los Superiores Generales por haber conseguido presidir este Seminario; gracias a quienes van a impartir las lecciones; gracias a la comunidad chilena que les acoge y a quienes cubren las funciones de cada uno en las Provincias de donde proceden.

Cada Curso Monástico es diferente, pero permitan que resuma cómo veo el que ahora están iniciando en este tiempo dichoso de Navidad.

  1. Lo esencial en estos Seminarios Monásticos es la convivencia que ya han comenzado a disfrutar. Todos quisiéramos que fuesen más días, que pudiesen estar ahí más hermanas y hermanos, pero, si abrimos lo corazones, si nos dejamos contagiar por el entusiasmo y la generosidad siempre diferente de hermanas y hermanos que han entregado y están entregando sus vidas de forma literalmente inimitable, aprenderemos lo necesario.

Lo que sí deberíamos hacer es dejarnos llevar por la inspiración de su ejemplo y traducirlo cada uno a nuestra realidad, nuestra edad, lugar, circunstancia concreta. Ninguna generación es sin la anterior; ni en las cosas del mundo, ni en la vida des espíritu.

  1. Esto nos lleva al segundo punto. En este Seminario Monástico, nuestro Instituto vive una nueva realidad histórica: algunos de los hermanos y hermanas que dieron lo mejor de su juventud, se ven ahora con menos fuerzas, aunque con igual ardor apostólico. Pero cada uno de ustedes ha de estar dispuesto a tomar el relevo de responsabilidades siempre mayores

Ustedes son parte de esa otra generación que nuestro Fundador esperaba ver desde el cielo: con mejor preparación, con más medios y, sobre todo, con la herencia de quienes han caminado con un corazón limpio, abrazando misiones que no habían imaginado, pero haciéndolo con fe y esperanza que vencieron incertidumbres, inexperiencia y falta de medios. 

  1. Finalmente, nuestra realidad frente a la Iglesia y el mundo está cambiando de forma acelerada. … cada vez más personas jóvenes que se acercan a cada hermano y hermana con heridas de soledad y desprecio; almas … que buscan cómo entregar sus vidas y salir del sinsentido y el desconcierto que les ahoga, en medio de una sociedad que no consigue unir a sus miembros.

Estamos seguros que van a aprovechar cada minuto con verdadera hambre de perfección, con la gratitud de quien se siente llamado y responde con temor de Dios y más preocupado por la vocación del hermano que por la propia, con auténtica maternidad y paternidad espirituales. …. Les abrazo en los Sagrados Corazones de Jesús, María y José, a quienes ruego acojan mi oración confiada y agradecida por cada uno de ustedes.

Luis CASASUS – Presidente