
Celebración en Ibarra y Quito por el aniversario de votos de nuestras hermanas Sara Escobar y Martha Saldaña
El pasado mes de mayo, nuestras hermanas Sara Escobar y Martha Saldaña celebraron sus 30 años de consagración como misioneras identes. Este aniversario no fue solo una conmemoración del tiempo transcurrido, sino sobre todo un reconocimiento al don de una vocación perseverante, silenciosa y fecunda al servicio de Dios, de la Iglesia y de nuestra comunidad. Las celebraciones se vivieron con profunda gratitud en dos ciudades que han marcado su historia: Ibarra y Quito, en Ecuador.
QUITO E IBARRA FESTEJAN A NUESTRAS HERMANAS
El lunes 19 de mayo por la mañana, nuestro presidente, Luis Casasús, durante su visita a nuestras comunidades en Ecuador, celebró una Eucaristía en la Capilla Universitaria “La Sagrada Familia” de la PUCE Ibarra, con la presencia de estudiantes, docentes y personal de la universidad y del Colegio La Victoria. Durante la misa, el p. Luis recordó que la vocación es un misterio donde “no soy yo quien decide, sino Cristo quien llama, una y otra vez”. Subrayó que la vida consagrada se sostiene en la comunidad y en la oración de todos, y confió las vocaciones de nuestras hermanas a la intercesión de la Virgen María, “que protege la vocación de cada uno como protegió la de su Hijo”.
Al día siguiente, el martes 20 por la noche, la Iglesia Nuestra Señora de la Paz en Quito acogió la segunda Eucaristía en acción de gracias, presidida por nuestro hermano Justo De La Fuente. Acompañaron familiares, amigos, exprofesores, misioneras externas y feligreses de la parroquia.
“EN ESTOS 30 AÑOS HE VISTO QUE LA PALABRA DE DIOS SE CUMPLE”
Sara Escobar compartió un emotivo testimonio, en el que evocó el poema Amigo de nuestro fundador, Fernando Rielo, como una clave interpretativa de su vocación: “He comprendido y acogido esa invitación que me hizo Fernando Rielo hace tres décadas”. Reconoció la acción de la gracia divina a través de las hermanos de comunidad que Dios ha puesto a su lado en todos estos años: “Cada una de ellas ha sido y es un instrumento de la Santísima Trinidad para que cada día pueda contemplar con más alegría e ilusión el llamado a la santidad”.
Por su parte, Martha Saldaña expresó su agradecimiento por estos años de formación, comunidad y misión: “Estos 30 años a lado de Cristo me han permitido ver que su palabra se cumple. Ahora debo vivir como dice San Pablo: en Él, con Él y para Él, y así poder dar testimonio de que las Personas Divinas, cuando dejamos que actúen en nosotros, hacen maravillas”.
LA VOCACIÓN A LA VIDA CONSAGRADA ES POSIBLE
La celebración de estos 30 años no es solo una mirada al pasado, sino una inspiración viva para el presente. El testimonio de nuestras hermanas, su perseverancia en la vida consagrada, su entrega en medio del mundo, son una manifestación de que la vocación es posible, necesaria y fecunda.
Damos gracias a Dios por sus vidas y renovamos nuestra oración por ellas, por todas las vocaciones consagradas y por los jóvenes que sienten el llamado a seguir a Cristo en la vida misionera. Que sus palabras, sus gestos y su fidelidad sean semilla de nuevas vocaciones, y que como Sara y Martha, muchos más se animen a decir con alegría: “Billete de ida, nunca de vuelta.”